El influjo de Dante Alighieri llega hasta nuestros días a través de ámbitos tan distintos como pueden ser la historia, la política y la literatura, pero a la vez tan unificados en el haber del ser humano. Lo cierto es que Dante “es un personaje pop”, como expresa el organizador de la jornada, Giovanni Collamati, y, por eso, sigue siendo actual en la identidad nacional e internacional: “Hay videojuegos recientes inspirados en el infierno de Dante, muchos letrados a lo largo de la historia y dramaturgos se han inspirado en el mundo dantesco para situar sus obras o nuevas reflexiones, con lo cual, en alguna medida, Dante es un lenguaje”.
El pasado noviembre tuvo lugar en la Universidad San Pablo CEU la Jornada de Estudios sobre la figura de Dante, organizada por la Fundación Cultural Ángel Herrera Oria. El catedrático historia medieval, Manuel Alejandro Rodríguez de la Peña, explicó la idea dantesca de imperio como jurisdicción mundial. Mientras que Alfonso Marini, de la Sapienza de Roma, desveló los vestigios de Francisco de Asís en su poesía. De esa misma Universidad, Francesco D’Angelo, reflexionó sobre las consideraciones del siglo XIII sobre un lejano rey noruego, y Eduardo Baura García, doctor en filosofía medieval y profesor de la Universidad CEU San Pablo, se retrotrajo a la Edad Media junto con el profesor Collamati, para contemplar las monarquías con los ojos de Dante.
https://youtu.be/DiWtg-RqhPY
“Dante puede ser, y debe ser, estudiado, porque como medievalista que soy, representa perfectamente la Edad Media. Estudiar a Dante es estudiar la Edad Media, estudiar la Edad Media es estudiar el hombre. Aunque hayan pasado siglos, hay realidades de la persona que no cambian y a nosotros nos interesa igual lo que cambia como lo que no”, declara.
Diálogo entre el estudio técnico de la obra de Dante y su deseo de saber
Giovanni Collamati argumenta que cada terceto de la obra de Dante es el engranaje de un mecanismo mucho más amplio que guía al lector a través del mundo ultraterreno (infierno, purgatorio y paraíso) y que, al mismo tiempo, revela toda la humanidad de Dante como representante de un género entero: el género humano. Estudiando cómo veía Dante a los poderosos de su tiempo podemos preguntarnos qué sabemos nosotros de nuestro tiempo, de los que ahora están gobernando el mundo. La imagen que tenemos de ellos está filtrada, la de Dante también, y cualquier verso suyo nos llama a conocer el mundo que tenemos alrededor.
La búsqueda de la verdad
Odiseo es un personaje particular: está en el infierno, va contra los dioses porque es soberbio, pero al mismo tiempo lo que le mueve es la búsqueda de la verdad. Dante es un hombre que todo el tiempo se está preguntando a lo largo de su obra cuándo empieza el pecado y hasta dónde llega la humanidad. No piensa que todo lo que haga sea automáticamente malo, sino que le gusta preguntarse sobre el límite y hasta dónde puede llegar un hombre en la búsqueda de la verdad. Y lo que está claro es que debe orientar esa búsqueda a lo que de verdad importa: la cuestión epistemológica.
La obra entera de Dante está orientada en una dirección: empieza en el infierno y se limpia en el purgatorio para luego llegar al paraíso. De tal manera que cuando está frente a la Virgen, que gracias a ella tiene el permiso de mirar a la Trinidad, el privilegio es mirar como ser humano. Solamente pasando por las tres partes del mundo ultraterreno podía alcanzar la visión plena de la verdad. Por un lado, está el impulso interno del hombre de buscar el conocimiento, pero también hay que saberlo afinar, y Dante lo dirige al último canto del paraíso: la contemplación de la Trinidad.
La amplitud del horizonte a través de los símbolos literarios
Lo que es interesante es que es que “La Divina Comedia” es una obra para todos, cualquiera la puede leer: “Puedes encontrar tranquilamente el último gossip del momento en Florencia cuando Dante era joven o los pequeños problemas del barrio, alguien que le cayera particularmente mal se daba una pequeña satisfacción poniéndole en el infierno con los condenados, pero al mismo tiempo te encuentras grandes disputas teológicas con problemas de entonces, de tipo trinitario o con las corrientes de pensamiento tomistas o aristotélicas; está todo unido y perfectamente organizado en esta obra, te va educando como lector”.
Explica que el infierno es una parte sencilla de leer a la que un hombre medio de aquel tiempo puede acceder y poco a poco se van dando nociones, cambiando el lenguaje, hasta que se eleva el contenido. Al final, el paraíso acaba con el amor que mueve el mundo, que es Dios. Es decir, se empieza de lo más bajo, literalmente debajo de la tierra, y se acaba mirando a las estrellas, que están más arriba.
El diálogo de la ciencia con la teología y la filosofía
Giovanni Collamati comenta que “es extremadamente fácil porque todo te permite dialogar con la filosofía y la teología”. Y añade: “Cualquier campo de sabiduría tiene que ver con el hombre, el hombre que piensa, el hombre que aprende, y automáticamente esto ya es filosofía. Si luego el hombre se da cuenta de que no está solo, ya se puede abrir también a la teología”.
Es importante dejar siempre abierta una parte de misterio: “Vivimos en una cultura, una civilización, donde se da muchísima importancia a la duda en general, herencia de la edad más moderna, y nos ha llegado la idea, que personalmente no comparto en su totalidad, que impulsa al profesor a levantar dudas, pero yo creo que también tiene que haber respuestas, que no tienen por qué ser completas, pero hace falta demostrar que se tiene la valentía suficiente como para tenerlas y, al mismo tiempo, es fundamental siempre dejar un poco de misterio para que el trabajo que quede por hacer lo hagan los alumnos. Lo peor que te puede pasar es que un estudiante te diga: entonces, ¿qué tengo que pensar? ¡No! Evidentemente, no me ha entendido. El objetivo es que él reflexione, por lo que siempre hay que dejar una parte de misterio, para que pueda preguntarse y encontrar allí lo que yo creo que hay allí y que él también podría descubrir”.
Despertar al asombro
El asombro es lo que se busca en todo público universitario, pero falta capacidad para sorprenderse. En un mundo donde la sorpresa es muy difícil porque tenemos todo a nuestra disposición, ¿cuántos de nosotros podemos asombrarnos al descubrir un ser viviente como un león, por ejemplo? Hay que buscar el asombro, darle al alumno la capacidad de sorprenderse con el mundo que le rodea, descubrirlo de verdad, no solo porque lo han visto: ver no significa conocer.
Las jornadas sobre Dante Alighieri forman parte del camino que todo estudiante puede emprender dentro de la universidad, que tiene como misión guiar y acompañar en el camino de la búsqueda de la verdad.
No comment