Congreso Razón Abierta – Mesa redonda: «Biología y biotecnología al servicio de la pregunta por el hombre»



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Maureen Condic. Profesora adjunta de Neurobiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Utah, con un nombramiento adjunto en el Departamento de Pediatría y ganadora de la 4ª edición de los Premios Razón Abierta con Human Embryos. Human Beings. A Scientific and Philosophical Approach.

Carter Snead. Profesor de Derecho y director del Centro de Ética y Cultura de Nicola en la Universidad de Notre Dame y ganador de la 5ª edición de los Premios Razón Abierta con What it means to be human: the case for the body in public bioethics.

El cuarto eje del Congreso se ha centrado en la biología y la biotecnología al servicio del ser humano. El moderador de la mesa, Javier Galán, profesor de la UFV y director adjunto del Grado de Biomedicina, ha afirmado que los avances tecnológicos son una oportunidad para mejorar la vida del hombre en la cura de enfermedades, pero también abren polémicas sobre su naturaleza y el impacto transgeneracional de dichas tecnologías.

Carter Snead ha señalado por videoconferencia que el ser humano permea todas las áreas de conocimiento y que, por tanto, todas tienen que hacerse la pregunta antropológica. A su juicio, la ley debe tener como objetivo el florecimiento humano, más aún en el área de la bioética. En asuntos especialmente controvertidos, como el aborto o la eutanasia, el tratamiento de la bioética pública debe estar a la altura de estos conflictos vitales respetando lo que la persona es. Su experiencia en la ONU le ha llevado a remarcar que no es posible defender un individualismo que no se interroga acerca de una verdad originaria y no adopta una visión completa de la persona, por lo que es preciso proteger a la sociedad de los riesgos a los que se enfrenta: “Estamos encarnados, somos cuerpos frágiles y el individualismo sociopolítico pierde el sentido de esa vulnerabilidad”.

Uno de los primeros temas que se ha tratado en la mesa redonda ha sido la aplicación de una nueva herramienta de ingeniería genética (CRISPR) que permite modificar el genoma para corregir alteraciones genéticas responsables de enfermedades graves. Aplicado al campo de la biomedicina, Maureen Condic ha señalado que la novedad radica en su mecanismo alterador de genes con poco trabajo y mayor precisión, pues se tarda semanas en hacer lo que antes llevaba años. Las alarmas se centran en el uso de embriones humanos, ya que estos se destruyen y se cambia la composición de una persona.

En noviembre de 2018 saltó la noticia de un experimento de modificación genética en dos bebés para que fueran inmunes al virus VIH. Luis Miguel Pastor, catedrático de Biología Celular en la Universidad de Murcia y presiente de la Asociación Española de Bioética y Ética Médica (AEBI), ha considerado que esta decisión experimental no tuvo un discernimiento sobre el bien común: “La razón instrumental debe conjugarse con otras y la identidad es un límite, no se puede modificar lo que define al ser humano”. El profesor ha lamentado que la medicina no respete en estas ocasiones la dignidad de las personas.

  1. Condic lo ha atribuido a que no existe información decisiva sobre la influencia que tiene esta herramienta en las personas. Después de la intervención con esos bebés se publicó un estudio que revelaba un aumento de la mortalidad en un 21%. “No sabemos lo que hacemos, hay muchos tipos de mutaciones y los efectos negativos no se pueden anticipar”, remarcó. En 2020 se publicó en la revista Nature que cambios muy extendidos introducidos en el genoma de animales no son lo que se pretendían en casi a la mitad de los casos: “Fue inmoral aplicar esta técnica en seres humanos”. Para L.M. Pastor esto afecta al principio terapéutico porque se genera un daño mayor: “Hay una metodología y una ética que deben respetarse, a veces, se quiere llegar el primero y hay que acostumbrarse a dar pasos cuando haya una evidencia tal que se pueda actuar con datos fiables”.

Por otra parte, M. Condic ha abordado los casos de inyección de esperma citoplasmático en los que se ha observado que tienen muchos problemas de salud en la edad adulta. “Se hizo por dinero y simpatía hacia las parejas que querían niños desesperadamente”, lamentó, “la sociedad no quiso decir que no a quien deseaba un hijo y ahora hay cientos de miles de personas con un procedimiento que ha impactado en su salud”. L.M. Pastor ha insistido en que hacer estudios a posteriori va en contra del buen hacer profesional.

Hay quienes apoyan la experimentación con embriones para refinar la técnica, pero M. Condic ha objetado que la empresa de investigación no solo puede basarse en lo aprendido con animales para aplicarlo a los humanos. Y el profesor Pastor ha advertido de la cosificación que supone generar un ser humano en un ambiente ajeno a su dignidad.

En otro orden de cosas, sobre las quimeras interespecie, conocidas como híbridos entre animal y humano, sobre todo con cerdos y macacos, que consisten en tomar un embrión de animal y proceder a inyectar células humanas para su desarrollo, M. Condic ha explicado los retos que implican: las células de dos especies animales han sido una técnica útil y antigua con la finalidad de probar en un animal sano y saber qué hacen los genes en un entorno complicado, pero si se introducen células humanas para el estudio de enfermedades se crea una entidad sin un estatus ontológico claro, razón suficiente para decir que no se hace. Además, que un animal contenga óvulos y esperma humano es un problema, ya que habría un embrión humano dentro de un ratón. Y, por otra parte, los animales que tienen una contribución de células humanas en el sistema nervioso tienen cerebros que crecen más y dominarán el sistema animal siendo más inteligentes, alterando su comportamiento. En definitiva, las quimeras, en su opinión, son una técnica útil, pero la naturaleza de la entidad es desconocida y el hecho de incorporar células, tanto en reproducción como en el cerebro, suscita serios problemas éticos y filosóficos. L.M. Pastor ha matizado que no se sabría cuándo se tiene un todo distinto cambiando las partes y la consecución de órganos para trasplantes no deja de ser una imprudencia. Para M. Condic esto se sale del campo de la filosofía experimental porque es imposible conocer dónde empieza el animal a dejar de ser humano o al revés.

Respecto al tema del aborto, Carter Snead ha contado en remoto cómo está siendo su aportación en el juicio que revisa su legalización y que cambió la ley en EEUU. A su juicio, no proviene del texto constitucional y todo se reduce a la amenaza de futuro referida por una mujer que consigue una ley para repeler al intruso, pero no son dos extraños peleando y no se puede autorizar la violencia de uno contra otra, ya que la protección pasa por brindar atención durante la vida, así como crear redes y comunidades de apoyo. M. Condic ha dado algunas claves para establecer un debate sincero en torno al embrión humano: hay un elemento diferenciador que es la libertad y el embrión es un ser humano científicamente probado, tesis que defiende en su libro.

Sobre un posible cambio legislativo, L.M. Pastor ha destacado la importancia de sacar el debate de un plano religioso: “No es que la ciencia permita concluir, pero da la condición necesaria de aplicar el argumento ético de no matar al inocente, sea de más de 8 semanas o menos, es una acción ilícita y deplorable porque es violenta”. En su opinión, la despenalización ha conllevado que se generalice la impresión de que se está instaurando un derecho, cuando debería estar limitado a cuestiones de salud, y además, la clandestinidad puede llevar asociada la muerte de muchas mujeres.

Carter Snead también ha reconocido la dificultad de trabajar de modo interdisciplinario, pero lo ha presentado como la única manera de ofrecer una visión completa y aumentar la comprensión de una razón abierta. M. Condic ha validado esa necesidad de escucha, que no es desde el punto de vista del experto, sino desde la humildad que requiere el respeto mutuo. Está convencida de que en el contexto COVID se recomendó seguir a la ciencia para cuestiones de todo tipo porque daba herramientas útiles de combate, pero no puede prevalecer su poder, sino una comunicación cruzada que anticipe los avances antes de que surja un virus, si no, el precio del sufrimiento será terrible y existirá un infundado doblegamiento ante dicha ciencia. Luis Miguel Pastor ha reclamado también el conocimiento de los límites de cada plano de la realidad, ya que hay decisiones que son políticas o éticas y la ciencia solo se puede llegar hasta cierto punto: “No puede haber confusión queriendo fundamentar con la ciencia aquello que no está en su ámbito, la evidencia científica es necesaria, pero no suficiente”. En este sentido, ha prevenido de un cientifismo que quiere ser científico donde no puede decir nada o no cree nada que no diga la ciencia: “La ciencia da muchos datos que los filósofos pueden integrar con la tradición y el pensamiento”.

*En el TURNO DE PREGUNTAS salió a relucir la complejidad de la terapia génica y sus variables o efectos colaterales. M. Condic consideró que la cultura popular ha extendido en las películas seres con identidad transhumana con una idea romántica que adolece de entendimiento sobre la evolución, no obstante, son los científicos más próximos a la evolución los que han despertado la alarma. El profesor Pastor se centró en la capacidad del ser humano posmoderno para transformar el mundo y profundizar en la naturaleza, con el fin de ser precisamente lo que el hombre es en plenitud, puesto que las consecuencias del transhumanismo son claves a nivel ético.

La última cuestión se centró en la reducción del ser humano a los genes, aunque M. Condic descartó que sea algo común en la comunidad científica, ya que son solo una parte por sus efectos diferentes y no se puede creer que se mejora una situación cambiando solo una parte. Entender la salud en términos de genes, como concluyó L. M. Pastor, no se puede compartir y hace falta comprender que el genoma es solo una parte de la unidad del organismo.


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